Como oficial de la Casa del rey, acompañó a Alfonso el Magnánimo en sus incursiones militares en Nápoles y Castilla.
Le envió como embajador a tratar con los Consellers de Barcelona en 1461.
En 1475, Juan II le encargó la abadía del Monasterio de Santa María de la Valldigna, que había quedando vacante, por pertenecer ésta al real patronato.
Con su esposa Damiata de Valterra tuvo cuatro hijos: el embajador Jerónimo Vich y Valterra, Juan (que murió en Granada), Luis (caballero de San Juan) y el cardenal Guillén Ramón Vich y Valterra.
A su muerte fue enterrado en el Monasterio de La Murta, en Alcira, el que los Vich tenían capilla.