En cierta ocasión, durante unos ejercicios de clase, los alumnos tenían que hacer una figura con alambre y alicates.
[1] Estando en Rubielos de Mora, donde su familia se había trasladado, conoció al escultor José Gonzalvo (1929-2010), visitó varias veces su taller y admiró su obra, pero evitó dejarse influir por su estilo: el maestro Gonzalvo se expresaba mediante volúmenes, pero el principiante decidió hacerlo mediante vacíos, más bien al estilo de Pablo Gargallo.
Sin embargo, asimiló su consejo, siguiéndolo durante toda su carrera: «Lo que puedas decir con cinco hierros, no lo hagas con siete ni diez...» –le dijo Gonzalvo-.
Aquellos trabajos fueron bajorrelieves, le sirvieron para darse cuenta de que la piedra no era su camino.
Estando allí conoció a Jaume de Scals Aracil (1913-1978), maestro en el arte del socarrat, una técnica cerámica medieval.
[2] Su obra está repartida por una treintena de países, incluso en los Museos Vaticanos, donde tiene una escultura de Daniel Comboni, sacerdote y misionero italiano: hizo dos esculturas, una para el Vaticano y otra para Brescia, la ciudad natal del santo.