Es un pequeño hombre flaco que era de cierta manera genéricamente étnico, un poco calvo, con una barba a mechones, vestido con una túnica que alguna vez había sido blanca antes de terminar con manchas y parches, un trozo de cordel por cinturón para mantener cerrada la túnica, sandalias reparadas con cordel y una amigable sonrisa.
Aunque él mismo se encarga que los rumores sobre sus logros y habilidades estén en duda si se trata de verdades, mentiras o exageraciones en realidad es un maestro en los estilos de pelea más letales del disco, entre ellos se cuenta el Okidoki, Shiitake, Upsidazi, Tung-pi y el insuperable, letal y perdido arte del Déjà-fu.
Lu-Tze pertenece realmente a este segundo grupo, habiendo ingresado en los inicios de la orden como un barrendero, pero aprovechando el anonimato que le daba su condición para barrer durante la lecciones y aprender oyendo las lecciones que se impartían y convirtiendo el anonimato en un arte inigualable.
Aun así, al pasar el tiempo Lu-Tze se sintió perdido y fuera de lugar tras vivir bajo las enseñanzas de Wen, sintiendo que ese no era el camino que él necesitaba para comprender el mundo, inició un viaje que lo llevó a Ankh-Morpork, donde se hospedó con la Señora Marietta Cosmopillita, una mujer de carácter fuerte con una opinión sobre todo tema posible; inverosímilmente Lu-Tze encontró en sus dichos y comentarios irónicos la sabiduría que era incapaz de ver en los rollos del monasterio, por lo que vivió en la ciudad hasta que obtuvo lo suficiente de su casera para llenar un pequeño manuscrito con frases del cual nunca se separa.
Este fracaso sería el gran remordimiento de Lu-Tzé, por lo que siglos después al enterarse de que en Ankh-Morpork era construía nuevamente esta máquina viajó con Lobsang Ludd su discípulo (cuya madre es Tiempo y su padre Wen, el fundador del monasterio) y los detuvo, logrando además Lobsang asumiera el lugar de su madre y reconstruyera la historia desde un inicio.