En ocasiones los dioses toman alguna forma física para pasearse por el mundo y evitar así el aburrimiento.
Cuando el dios Om decide hacerlo, se encuentra con que, pese a la enorme estructura de la religión articulada en su nombre, solamente tiene un creyente real.
Si no logra mantenerse cerca de Brutha, su único creyente, se convertirá en una mera voz en el desierto.
A lo largo del libro Brutha irá creciendo y evolucionando, al contrario que Vorbis.
Los esclavos efebios tienen derecho a escaparse un mes al año (para visitar a la familia), tienen los fines de semana libres, deben ser alimentados y cuidados por sus dueños y no pueden ser maltratados, ya que son valiosos.