La única médica anterior a ella en el país, la cual también tuvo reconocimiento oficial, fue Kisamor, quien, sin embargo, no tenía estudios formales.
Se corrió la voz de sus conocimientos médicos, y cada vez más personas iban a pedirle consejo.
En la década de 1820, estaba prohibido que una mujer ejerciera la medicina, y sufrió una investigación por las autoridades médicas por fraude.
Por lo tanto, se le retiraron los cargos y obtuvo el permiso de ejercer su profesión en Estocolmo aunque estuviera prohibido.
Fredrika Bremer admiraba a Lovisa y la mencionó en su famosa novela Hertha de 1856: