Los falsificadores

Un poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, un alemán llega a Montecarlo.

La película entonces cambia a Berlín en 1936, donde el hombre, Salomon Sorowitsch, es descubierto como un falsificador exitoso de moneda y pasaportes.

Llevado delante del policía que lo detuvo en Berlín, se encuentra reunido con otros prisioneros con talentos artísticos o impresores, y comienza a trabajar en una sección especial del campo de concentración Sachsenhausen dedicada a la falsificación.

Los falsificadores son mantenidos en condiciones relativamente humanas, con literas cómodas, ducha, baños y la alimentación adecuada, aunque sean sometidos a la brutalidad e insultos por los guardias de la prisión.

Al principio, el instinto de conservación parece dirigir a Sorowitsch, pero sus motivos para falsificar para los nazis se complican según crece su preocupación por sus compañeros prisioneros.

La película entonces vuelve a Montecarlo donde Sorowitsch, al parecer disgustado con la vida, ahora se aprovecha de la moneda que falsificó para los nazis e intencionadamente lo juega todo.