Para caracterizar los personajes se sirvió de diferentes estilos en función de su estatus social e integró melodías y ritmos españoles desde la propia Sinfonia caratteristica spagnola que abre la ópera.
El Conde se muestra crédulo con Cherubino y acusa a Fígaro de manía persecutoria.
Este, no obstante, persiste en su idea y comprueba en conversación con el poetastro Plagio que sus sospechas son reales.
Este, entretanto, discute con Susanna ante las sospechas de que algo se cuece en su contra.
No tardan en ser descubiertos tanto por Fígaro como por el Conde y la Condesa, recién llegados al castillo.
En un ataque de ira, el Conde expulsa del castillo a Cherubino y con él a Susanna, hechos que provocan una profunda alegría en Fígaro que ve cómo se van cumpliendo todos sus planes.
Susanna, en actitud seductora, le pide al Conde que la perdone y el Conde, incapaz de resistirse a los encantos de la criada como ya vimos en Le nozze di Figaro, se lo concede y la proclama su amante.
La obra se cierra con el escritor Plagio solicitando un aplauso a todos los presentes.
La industria operística italiana (ya) protagonizaba, en cualquier caso, una parte importante de la vida cultural madrileña.
Mercadante había nacido en las cercanías de Bari, aunque él afirmaba falsamente ser napolitano.
Resultó una pieza fundamental en la transición operística del bel canto hacia el canto dramático y fue considerado en su época como el cuarto miembro del cuarteto mágico de genios italianos previos a Verdi (conjuntamente con Rosinni, Bellini y Donizetti).
Al estilo compositivo de sus últimos años se le atribuye una importancia nada desdeñable como uno de los pilares en los que se sustentó la consolidación del Romanticismo operístico, sin olvidar la influencia que obras como Il giuramento (1837) pudieron ejercer sobre la figura del joven Verdi.
Josefa Spontoni como la Condesa y se presume que la joven María Navarro encarnando a Inez, completaban el plantel femenino.
La crítica social pertinaz de la temática figariana y su vinculación con un sentimiento revolucionario supondrían motivos más que suficientes.
A este malestar habremos de sumarle la escalada en la rivalidad entre las prime donne (Letizia e Isabella Fabbrica) y el profundo malestar que produjo en la primera la gran importancia del papel de la segunda (Cherubino).
En cualquier caso, el colorido español no se circunscribirá únicamente a esta introducción orquestal: Mercadante usará esta vinculación popular para caracterizar al matrimonio de criados, como en el caso del tercer número del Acto I, donde Susanna se presenta mediante un bolero insinuante; o la riña entre ambos (Susanna y Fígaro) del segundo acto (n.º 10), ilustrada en lo musical mediante un polo que pretendía, además de ilustrar el origen sevillano de los criados, un breve guiño al público madrileño.