La canción toma su nombre de la película homónima dirigida por el director donostiarra Julio Médem en 1998, a la cual quisieron hacerle un tributo.
La canción posee la misma temática; la relación de una pareja que habiendo estado unida durante años no ha podido lograr terminar feliz su historia de amor.
La canción está unida a su predecesora, «Tantas cosas que contar», pues los primeros acordes de la canción siguen el ritmo que la anterior deja al terminar.
Un sonido misterioso y envolvente que une ambas pistas del disco.
Esta canción, tuvo poca proyección y no fue publicada como sencillo en la promoción del disco.