En 1574 volvería a trabajar en dicha iglesia en la Capilla de la Trinidad con más escenas del Nuevo Testamento.
Aunque Vasari lo calificó como amigo y colaborador, su estilo tiene muy poco en común con el del pintor aretino.
Educado en un estilo provinciano, supo absorber las nuevas tendencias manieristas que se imponían en Italia.
Sin embargo, fue un artista más bien acomodaticio, que se adaptó a las exigencias del cliente de turno, sin poner demasiada originalidad en su trabajo.
Fue un buen ejecutante, bien dotado como diseñador, pero con demasiada frecuencia se limitó a aplicar las fórmulas aprendidas de sus maestros.