Rito galicano

Se atribuye a san Germán de París (la atribución es impugnada por la mejor crítica) un Expositio missae Gallicanae que representa una descripción de la forma tardía hacia el final del siglo VII.

Posteriormente, con los normandos, el rito galicano se estableció en el Reino de Sicilia como liturgia oficial.

El rito galicano se caracterizó por la ampulosidad de sus ceremonias y por las claras influencias orientales.

A su vez, los papas buscaron una mayor unidad litúrgica en torno al rito romano.

El rito termina con el beso de paz, a la vez que se recita la collectio post pacem.

La oración eucarística se inicia con la contestatio o immolatio, análogo al prefacio del rito romano, aunque más extenso.

Con motivo del concordato de 1802, la Santa Sede concedió un reconocimiento implícito a estos ritos.

Prosper Guéranger abogó por la restauración del rito romano, que fue recuperado gradualmente a mediados del siglo XIX, a excepción de puntos de menor importancia que se basaban en algunas tradiciones desde tiempos inmemoriales.

Solamente el rito lionés (en latín: ritus lugdunensisse) se ha preservado como liturgia particular hasta la reforma del papa Pablo VI en 1969, cuando prácticamente desapareció.