[1] Es un término acuñado por Gilles Deleuze y Félix Guattari en su libro Kafka, por una literatura menor (1975).
Además, integra sus cuestiones individuales en un discurso de contenido político; y representa una enunciación colectiva.
Cuando el escritor irlandés decidió optar por el francés teniendo el inglés como lengua materna, buscaba obtener un efecto de reducción de acuerdo con la tópica que manejó durante esta etapa (el vacío, el tiempo sin tiempo, el sinsentido) y así crear el sentido de una pasividad aguardando la desesperación del deseo.
Dicho de otro modo, el problema individual se dimensiona en el ámbito político, agrandándose, volviéndose indispensable lo social.
Volviendo a Kafka, como ejemplo, su literatura no desarrolla los conflictos que tiene como individuo: sus cuestionamientos filosóficos o estéticos, al contrario, en sus obras literarias se encuentra un discurso plenamente político.
Esta característica relaciona de manera importante al autor con su colectividad.
La literatura menor no enuncia sujetos individualizados y, para ello, también es preciso que el escritor lleve a cabo el mismo movimiento de desterritorialización con todo su proceso de escritura, desde su propia lengua hasta el lenguaje empleado, el cual se desarrollará de manera sucinta para enunciar su pobreza y soledad a pesar de estar inmerso en una colectividad que no lo acoge, lo rechaza: “Escribir como un perro que escarba su hoyo, una rata que hace su madriguera.
[8] Le interesan los devenires y su labor literaria forma parte también de ese devenir donde su obra se vuelve un dispositivo, una máquina que funciona porque hace movimientos y éstos hablan dispuestos a encontrar su entrada en la colectividad.
Reseñas del libro Kafka, por una literatura menor: Díaz Arciniega, Víctor.
La Signature du monde, ou Qu'est-ce que la philosophie de Deleuze et Guattari.