El Libro de la vida es una expresión usada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, al parecer, con acepciones diferentes.
Esto servía de prueba y a veces condicionaba la ciudadanía (cf.
Se dice que es el Cordero quien posee el libro, de ahí que en numerosa iconografía se represente a Cristo llevando el libro de la vida.
Es una imagen usada ampliamente no solo con la expresión sino también como los nombres que están escritos en el cielo (cf.
Referencia a la obra de San Agustín Suma Teológica, capítulo 24