Se hizo popular en la República romana tardía y aparece en las monedas acuñadas por los asesinos de Julio César.
En época imperial, la usó el emperador Galba como elemento propagandístico en sus acuñaciones para significar la libertad del pueblo.
Posteriormente, fue construido otro templo (58-57 a. C.) en el Monte Palatino, otro en las Siete colinas de Roma, por Publio Clodio Pulcro.
Construyendo y consagrando el templo en la antigua casa del entonces exiliado Cicerón, Clodius se aseguró de que la zona fuese legalmente no habitable.
En el 46 a. C., el Senado romano votó construir y dedicar un lugar sagrado a Libertas en reconocimiento de Julio César, pero al final no se construyó ningún templo; no obstante, una pequeña estatua de la diosa se colocó en el Foro romano.