Los libeláticos fueron los cristianos que con el fin de librarse de la persecución se procuraban un certificado (en latín libellus) que acreditaba haber sacrificado a los dioses.
Los centuriadores de Magdeburgo y Tillemont,[1] piensan que estos lapsos cristianos no renunciaban realmente a la fe, ni sacrificaban a los ídolos y que era falso el certificado que conseguían.
Recibían después del magistrado o le daban un certificado de renunciar a Jesucristo y de haber sacrificado a los ídolos aunque fuese falso: estos billetes se leían públicamente.
[2] Pero su crimen era considerado una apostasía: así la Iglesia de África no restituía a la comunión a los libeláticos hasta que hiciesen una larga penitencia.
El canon 11 del concilio de Nicea I que arregla la penitencia de los que renunciaron a la fe sin haber sido violentados puede acaso ser relativo a los libeláticos.