Ley de brujería de 1735

La Ley de Brujería fue una ley aprobada por el Parlamento del Reino de Gran Bretaña en 1735 que tipificaba como delito que una persona proclamase que alguien tuviera poderes mágicos o practicase la brujería.La ley abolió la caza y las ejecuciones de brujas en Gran Bretaña.De esta manera, marcó el punto final de los juicios sobre brujería en la época moderna temprana en Gran Bretaña y el comienzo de la "historia legal moderna de la brujería" y derogaba las anteriores leyes sobre brujería que se basaban en la creencia extendida de la existencia genuina de la magia y la brujería.[1]​ La ley fue una vuelta a la visión de la Iglesia medieval: que la brujería, la hechicería y la magia eran ilusorias, tomando como ofensa no la práctica de la supuesta de brujería sino al hecho de creer en su existencia.La última persona ejecutada por brujería en Gran Bretaña fue Janet Horne en 1727.