El principio fue propuesto inicialmente en el siglo XI por el geólogo persa Avicena (Ibn Sina), y fue posteriormente reformulado de forma más clara en el siglo XVII por el científico danés Nicolás Steno.[1] Discutiendo el origen de las montañas, Avicena destacó primeramente el principio de superposición de estratos del siguiente modo:[1] Asumiendo que todas las rocas y minerales fueron en algún momento fluidos, Nicolás Steno razonaba que los estratos rocosos se formaron cuando las partículas presentes en un fluido como el agua se depositaban en el fondo.Ya que los más antiguos fueron depositados primero están en el fondo y viceversa.Los geólogos reconocen ahora que las inclinaciones, plegamientos y fallas también pueden complicar el análisis de la secuencia estratigráfica.El propio Steno no veía ninguna dificultad en atribuir la formación de muchas rocas al diluvio universal mencionado en la Biblia.Las fallas inversas o de compresión eran desconocidas para Steno y sus contemporáneos y no fueron descritas hasta finales del siglo XIX por Peach and Horne en Knockan Crag, Escocia, en la falla invertida de Moine.