La anamorfosis, proceso por el cual se deforma una imagen mediante algún sistema que requiere adoptar un determinado punto de vista para poder visionarlo adecuadamente, ha sido utilizado en cine mediante las lentes anamórficas.
En el ámbito cinematográfico hace referencia al objetivo de la cámara que dispone de un dispositivo óptico compuesto por un sistema de lentes cilíndricas y prismáticas que permiten comprimir (anamorfizan) las imágenes en el eje horizontal adaptándola al ancho del fotograma para luego proyectarlas en pantalla ancha mediante ópticas que las descomprimen (desanamorfizan), devolviéndole su anchura normal.
abaratando la producción frente a sistemas costosos como el Cinerama que necesitaba tres cámaras.
Aunque los nuevos objetivos suponían un ahorro en la producción, por otro lado complicaba la grabación ya que el uso de éstos necesita algunos requerimientos técnicos como iluminación intensa, tienen dificultad para el enfoque, y producen algunas aberraciones y distorsiones a la imagen: estiramientos horizontales, destellos, etc.
Posteriormente se han creado diversidad de objetivos anamórficos, también para uso en cámaras digitales, y continúan utilizándose hasta nuestros días en el cine e incluso en publicidad, por su atractivo en las calidades que las caracterizan y la estética de apariencia cinematográfica clásica del celuloide.