Lengua sintética

Aunque es cierto que las lenguas analíticas tienden a ser aislantes, mientras que las lenguas fusionantes y aglutinantes tienden a ser sintéticas, en ciertos casos conviene mantener separados ambos tipos de clasificación.

Los lingüistas han nombrado “sintéticas” a las lenguas que tienen las funciones gramaticales dentro de las palabras.

Esta idea se originó con el libro Language, publicado por Edward Sapir en 1921 (Schwegler, xi).

Sapir llamó “analíticas” a las lenguas que usan otras palabras (preposiciones, auxiliares) para indicar las funciones gramaticales.

La dicotomía introducida por Sapir fue reformada en 1954 por Joseph Greenberg, quien introdujo el morfema como unidad para derivar el grado de sinteticidad.

En la derivación se añaden afijos a la raíz o esta sufre algún tipo de mutación.

Esta categoría es puramente teórica para distinguir entre lenguas estrictamente sintéticas con bastante pocos morfemas (Whorf, 25).

Para llegar a ser más analítica, una lengua, en general, reducirá su cantidad morfémica y lexémica.

Las inflexiones no son tan importantes para crear el sentido semántico de la palabra, pero, al hacerse más analítica, una lengua también añade reglas sintácticas para ello.

Al otro lado, una lengua puede llegar a ser más sintética también por modos de cambio lingüístico.

En la lengua castellana del período medieval, el tiempo futuro y el condicional se expresaban por una forma analítica, en la que las palabras aisladas tenían sentido.

Lo interesante de este cambio en la lengua castellana es que ahora está llegando a ser más analítica.