Euménides (obra)

Las Erinias, innombrables, por eso se utiliza el eufemismo Euménides (benévolas), son las diosas de la venganza que persiguen a Orestes por la muerte de su madre Clitemnestra.

La primera aparición en escena de las Erinias es terrible: cantan al unísono conforme se van despertando, el désmios hymnos un canto que encadena mágicamente, al objeto de castigar a Orestes.

La diosa aparece en escena y decide que un jurado de doce atenienses juzgue al suplicante.

Se instituye el Areópago de Atenas con estas palabras de Atenea: «Pero, que este asunto se ha presentado aquí, para entender en los homicidios, elegiré jueces, que a la vez que sean irreprochables en la estimación de la ciudad, estén vinculados por juramento, y los constituiré en tribunal para siempre».

Durante el juicio, Apolo convence a Atenea de que, en un matrimonio, el marido es más importante que la mujer, señalando que Atenea nació solamente de Zeus y sin intervención de una madre (Zeus se tragó a Metis).

Se corta así por fin la cadena de crimen, venganza, crimen, mediante un juicio donde intervienen, jueces humanos y no la implacable venganza sin consideraciones de los dioses.

(Sin embargo, en Ifigenia en Táuride, de Eurípides, las Erinias siguen acosando a Orestes incluso después del juicio).

En la tragedia, Esquilo promueve bajo la forma de una alegoría el modelo democrático ateniense: el Areópago que viene a decidir sobre la suerte de Orestes representa de hecho la nueva justicia ateniense que viene a sustituir la previa justicia privada y tribal de la que el φθόνος δίκαιος, el "homicidio justo" constituye un ejemplo.

Escena de Las Euménides representada por Pitón
en una pieza de cerámica (siglo IV a. C.)