En este caso, se centra en los músicos, ejecutando un retrato de su amigo D. Dihau, que tocaba el fagot en la orquesta de la ópera.
Por delante, el límite del foso está marcado por una rampa.
En último plano se ve la parte inferior de las figuras de las bailarinas, con sus vaporosos tutús, iluminados por una luz fría.
Destaca en esta obra la composición y encuadre, casi fotográficos.
Recuerdan a la obra de Daumier y las estampas japonesas.