Fue esta bailarina la que inmortalizó este tipo de vestidura: un corpiño ceñido y una falda ligera y vaporosa confeccionada a base de varias capas que, si es larga (casi hasta el tobillo), se llamará tutú romántico, y cuando es corta se denominará tutú a la italiana.
Dentro de esta categoría existen dos tutús con estructura diferente: por un lado, aquellos con faldones más largos y que abarcan una mayor parte del torso y por el otro, aquellos cuya falda arranca desde la cintura.
El clásico: Si bien se trata del modelo más conocido y habitualmente visto dentro del ballet, este tutú es posterior y contemporáneo al romántico.
El tutú clásico es más rígido y tiene una longitud casi idéntica al resto de los modelos.
En cuanto a su estructura básica, es muy similar al clásico aunque tiene un menor volumen y es mucho más plano.