Fanny está organizando una fiesta e ignora a Sam varias veces antes de decirle que las cintas están en la oficina.
Una vez allí, le empieza a sangrar la nariz y se recuesta en el sillón quedándose dormido.
Se aventura en la escalera y descubre a una Fanny zombificada que carga contra él cuando la llama por su nombre.
A medida que pasa el tiempo, Sam se vuelve cada vez más solitario y desquiciado.
Desesperado por tener compañía, intenta capturar a un gato callejero que vaga sin rumbo fijo entre los muertos vivientes, pero varios zombis casi lo matan.
Sam prueba qué tan lejos están los zombis tocando en voz alta una batería.
Los muertos vivientes regresan en hordas y casi trepan al balcón del apartamento apilándose unos sobre otros.
A la mañana siguiente, Sam habla con la mujer, Sarah, quien le explica cómo ha sobrevivido.
Ella va al techo y le dice a Sam que morirá o se volverá loco si no abandona el edificio de apartamentos.
Matando a varios, Sam logra llegar al tejado y cruza la calle hacia el siguiente edificio, donde sube a la azotea y mira hacia el horizonte aparentemente interminable de París.