Su argumento está basado en una idea de Francisco Summers, hermano del director.
[2] La película fue muy importante para algunos de sus participantes: para María José Alfonso y para Alfredo Landa supuso su primer éxito como protagonistas;[3] Summers llevó a cabo su segunda aparición como director, sacando el tema de lo que en principio iba a ser una tercera parte en la película Del rosa al amarillo.
En este momento ya tiene permiso para seguir las relaciones con su novio, para pasear con él, ir al cine, a la iglesia, al baile y hablar, sobre todo hablar y hacer planes para la boda interrumpida por causa del luto.
Pero el destino quiere que de nuevo sus planes se interrumpan porque muere el abuelo y las costumbres sociales dictan que la nieta debe llevar como la vez anterior seis meses de luto.
«No puedo con todo esto, Rocío», dice al marcharse; y ella contesta, «Lo comprendo Rafael».
[1] La plantilla de personajes secundarios se cubrió con otros actores que representaban amigos, parientes, guardia civil, cura, etc.
Hasta el último tercio del siglo xx perduró esta costumbre en España y no solo desde un punto de vista religioso sino social.
Ambos intuyeron que podría ser una buena película y a los pocos meses comenzó su rodaje.
El técnico de sonido fue Eduardo Fernández que realizó una difícil labor al tomar las voces y los ruidos en directo.
[2] Cincuenta años más tarde los hermanos José y Manuel Lagares (ganadores de un premio Goya del año 2000, por su cortometraje Los Girasoles) se implicaron en la elaboración del documental La niña ya no está de luto como homenaje y conmemoración a la película de Summers y al pueblo onubense que le dio vida.