Romuald desea rehusar el sacerdocio, pero se muestra incapaz, pese a todos sus esfuerzos, de realizar su propósito, y cumple mecánicamente con los pormenores del sacramento.
Poco tiempo después, y durante los siguientes tres años, Romuald recibe cada noche la visita de Clarimonde, quien se lo lleva con ella a Venecia para que sea su amante.
Así sucede, pero cada día, el sacerdote vuelve a despertarse en su parroquia, para volver por la noche al encuentro de Clarimonde.
Romuald no es capaz (ni llegará a serlo nunca) de saber si todo cuanto vive es realidad o ensoñación.
El abad Sérapion le previene contra Clarimonde, que resulta ser una vampira, pues se sirve de la sangre de Romuald para mantenerse viva, tal como el sacerdote descubre una noche, al no beber un vino narcotizado que ella le había preparado.