Carmen de Burgos buscó impulsar un cambio en la opinión pública española para transformar esta realidad, utilizando la literatura como herramienta.
Además, necesitaba el permiso del esposo para realizar operaciones como compraventas, hipotecas o donaciones, incluso con sus propios bienes, salvo en asuntos menores de rutina.
La patria potestad recaía exclusivamente en el padre, y las mujeres estaban excluidas de roles como tutoras, miembros de consejos familiares, albaceas en testamentos o realizar actos como aceptar o rechazar herencias sin autorización marital.
La novela narra las humillaciones, insultos y amenazas que Dolores debe soportar en su matrimonio.
Toda la sociedad almeriense, incluidas las mujeres, la condena cuando decide separarse solo encontrando apoyo en un joven abogado, vecino suyo, que lleva el proceso y una anciana que la recoge en su casa y los amigos de esta.