El resultado final fue un grandioso lienzo, uno de los más impresionantes y emotivos del arte ruso [3] Morózova aparece encadenada, sobre un mísero trineo.Su rostro —tan pálido como la propia nieve— destaca sobre su negra vestimenta, y expresa su determinación de soportar todas las vejaciones.[5] El brazo derecho del trineo divide la composición en dos grupos de personas.[8] Los colores de las ropajes del gentío se funden en un único patrón, formando un colectivo.El dramático contenido, la destreza pictórica y la opulencia del color se unen eficazmente en esta pintura, donde Súrikov representó el colorido del paisaje invernal ruso, con un efecto casi impresionista.