[1] Pese a ser un éxito entre los lectores, los sectores conservadores de la cultura del momento la rechazaron y despreciaron, tanto por su contenido como por su forma.
[2] [3] La Xava se sitúa en los barrios más pobres de Barcelona (los que se encuentran deabajo del Montjuïc que, según el autor, son los únicos de la ciudad con carácter).
Una marginalidad que el autor conocía de primera mano y de la que no se hacía eco la literatura burguesa de la primera década del XX, en el modernismo y del novecentismo.
Juli Vallmitjana es el único escritor que se metió a fondo en la lengua de los barrios bajos, tal y como lo había hecho con la de los gitanos.
Por tanto, de La Xava fluye un catalán lleno de vitalidad, impuro e impecable que sorprende por su fuerza, por su rareza e, incluso, por su existencia.