La tía Alejandra

La trama se sustenta en la llegada a un hogar familiar, formado por dos padres y sus tres hijos, de la anciana tía del marido.

No es explícita en lo que muestra pero juguetea con acierto con brujería, maldiciones, magia negra y satanismo.

No es gráfica a la hora de exponer violencia en pantalla, pero de manera sutil la muestra con una elegante fiereza que causa incluso malestar en espectador.

Gracias la atmósfera y a la magnética presencia de una gran Isabela Corona que desde un físico endeble y hasta desvalido consigue transmitir un matiz amenazador que parecería inviable si no fuera por el buen trabajo entre el director y la actriz.

Basta ver la escena de la conversación de Alejandra con el doctor y el ritual con la chica desnuda al fondo del encuadre, para percibir que con sólo una leve pincelada se puede perfilar el personaje de la protagonista mostrando sus atípicas costumbres y los lugares que regenta.