Trataban de conseguir una instrucción general junto a una enseñanza técnica y profesional, en comercio principalmente, en un marco de alimentación sana y contacto con la naturaleza.
Las recompensas y los castigos estaban prohibidos, así como cualquier forma de autoridad incuestionable.
Faure compró una gran casa con dependencias y un gran jardín así como praderas y bosques, eran alrededor de 25 hectáreas.
La enseñanza buscaba el desarrollo intelectual, técnico y moral.
Los valores morales inculcados eran: Pilar Adón recrea libremente la historia de La Ruche en su novela Las efímeras (2015).