La Parténope (Vinci)

Es recibido en audiencia Eurimene, desconocido príncipe armenio que pide asilo tras haber naufragado en las costas de la ciudad.

Sale Armindo y entra Arsace, que le confiesa su estupor al creer ver en el rostro de Eurimene a Rosmira, la princesa de Chipre que abandonó por seguir a Partenope.

Decidido y siguiendo el consejo de Eurimene, Armindo desvela sus sentimientos a la reina; aunque algo confusa por ello, expresa que le es imposible amarlo a causa de la pasión que siente por Arsace.

Más tarde, Arsace consigue que Partenope deje de nuevo en libertad a Eurimene-Rosmira.

La reina concede su gracia con la condición de que Eurimene no vuelva a palacio.

Eurimene-Rosmira, con enigmáticas palabras, vuelve a poner en el pecho de Armindo la esperanza de que podrá ver correspondido su amor y le pide su intercesión ante Partenope porque quiere contarle un secreto a la monarca.

La noche anterior, Arsace termina durmiéndose, rendido por el cansancio y por la preocupación de tener que enfrentarse en combate a su amada.

Lo despiertan y el príncipe entre sueños llama a Rosmira, lo que causa mayor enfado en la reina.

Arsace y Rosmira se casan, cumpliéndose así la promesa de matrimonio hecha años antes en Chipre.

La primera Partenope de 1699 fue musicada por Luigi Mancia, compositor nacido en Brescia en 1665, hoy casi del todo olvidado.

La ópera gustó tanto al público napolitano que fue repuesta en el siguiente año de 1723, hecho verdaderamente infrecuente: para la ocasión Sarro añadió nuevas arias e Intermedios.

Aquel mismo año Sarro había apadrinado a Pietro Metastasio en su estreno como libretista, musicando primero la "Didone Abbandonata".

La ópera gustó hasta tal punto que probablemente los empresarios de Venecia pidiesen a Vinci escribir una nueva ópera para esa misma temporada, con pocas semanas de plazo para concluirla.

La elección recayó sobre "La Partenope", pero con el título de "La Rosmira Fedele" y con libreto dedicado al napolitano Duque Niccolò del Tocco di Sicignano.

La dedicatoria al duque napolitano Del Tocco prueba una conexión con la representación de Roma.