[cita requerida] La orquesta encargada de conducir la representación fue The Philip Glass Ensemble integrada por: Michael Riesman (director), Philip Glass (teclados), Dan Dryden (mezclador de sonido), Jon Gibson (saxo soprano), Martin Goldray (teclados), Richard Peck (saxo soprano), Eleanor Sandresky (teclados) y Andrew Sterman (flauta y saxo soprano).
Para su estreno, se proyectó la película (en blanco y negro) sobre el escenario, pero privada de su banda sonora, es decir, muda.
Aparece Avenant y le declara su amor, pero ella, dulcemente, rechaza al muchacho.
4.- Los dominios de la Bestia En la oscuridad del bosque, el Padre acaba perdiéndose y, tras caminar sin rumbo, se topa con un castillo.
Entra en la mansión y tras comprobar que no hay nadie, se sienta a la mesa donde unas manos mágicas le sirven la cena.
Luego de dormir un poco, pasea por el jardín del castillo descubriendo una preciosa rosa que arranca para llevársela a Bella.
El Padre suplica en vano, únicamente la Bestia le perdonará la vida si accede a intercambiarse por una de sus hijas.
Bella despierta, se arregla, y baja al salón del castillo para cenar.
El dueño del castillo le confiesa que, aunque su aspecto es horrendo, su corazón es bondadoso.
Un poco más tarde, aparece un ciervo y la Bestia se pone tenso como si quisiera salir corriendo para cazarlo.
Bella le promete que regresará al cabo de una semana, pues lo aprecia demasiado como para causarle la muerte.
Aparece el Padre con Bella, a la que en un primer momento no reconocen los hermanos debido su lujoso vestido.
Cuando Felicie toca el collar, éste se convierte en una baratija; y es que los regalos de la Bestia solo son para Bella.
Y por último, Avenant, siente unos terribles celos de la Bestia que lo torturan hasta hacerle perder la razón.
Finalmente, ambos jóvenes suben a lomos de Magnífico y parten hacia el castillo.
Desesperada y llena de remordimientos por la Bestia, se pone el guante mágico que la transporta al castillo.
Sospechando que la llave de oro pudiera ser una trampa, deciden subirse al tejado y entrar por una claraboya.