En 1894 fallece Cándido Ávila y las tierras son heredadas por su esposa y tres hijos Al fallecer su hija Evangelista Ávila, casada con Ruperto Izaguirre, se reparten nuevamente.
En diciembre de ese mismo años, el Sr. Cascallar eleva nota al Ministerio de Obras Públicas de la provincia solicitando la aprobación del trazado y comprometiéndose a escriturar a favor del Poder Ejecutivo las reservas para uso público que se indicaban en el proyecto (terrenos donde luego se construyeron los edificios públicos).
Cuando el señor Cascallar solicitó su creación sugirió ese nombre porque se repetía en el lugar.
Allí subían los profesores y al atardecer eran devueltos a la ruta donde otro vehículo los llevaba hasta 9 de Julio.
En un principio se alquiló una habitación, propiedad del Señor Elisardo Cascallar, por el monto de $40.
La Dirección de Escuelas aportó $24.500 para completar los $30.000 que era el monto total necesario.
El mismo se llevó a cabo contra el equipo del Club Monasterio de 9 de Julio (Club que desapareciera luego) y allí La Niña tuvo su primera victoria, venciendo por 1 a 0.
Fue tanto el entusiasmo que dejó este encuentro que, esa misma noche, en la Estación de Ferrocarril, se llevó a cabo una Asamblea y se formó la primera Comisión Directiva cuyo presidente fue Ezequiel Emilio Vélez, quien mantuvo el cargo hasta el año 1928, en que es reemplazado por Santiago Vélez.
Al principio sus actividades fueron escasas; algún encuentro amistoso de fútbol y reuniones danzantes.
Durante su mandato se decide suspender la práctica de fútbol y dedicar todos los esfuerzo a la construcción del edificio propio.
Años atrás, un grupo de señoras, presididas por doña Tina Boggero, formaron una comisión para levantarlo pero, diversas dificultades lo impidieron.
Una vez por año los niñenses participábamos de una misa que se celebraba en el salón del Club Atlético.
Muchos la impulsaban, como el doctor Cesáreo Lozano, Américo Perriello, doña Luisa Solaberrieta (entre otros).
Jóvenes niñenses, alumnas del Colegio “Jesús Sacramentado” conversaron un día con la hermana Imelda sobre la posibilidad de evangelizar, cada cual en su pueblo.
Y ella quien habló con el Padre Güida para que este autorizara la llegada de un sacerdote a la localidad.
El sacerdote en cuestión debía viajar en un taxi y así lo hizo; los gastos fueron costeados por la señora Carmen Solaberrieta de Gougi.
Cuando 9 de Julio tuvo su Obispo, Monseñor Herrera visitó La Niña y, en una reunión realizada en el Club, con aproximadamente 500 personas, se propuso elegir a la Patrona.
La Virgen fue traída en una carroza, armada sobre un vehículo propiedad del señor Francisco (Pancho) Errecarret.
Y el primero en la Capilla actual (aun sin terminar) fue de Ana María Bermejo con Juan Carlos Becci.
En 1962 los festejos patronales se llevaron a cabo en el edificio en construcción, sin techo ni aberturas.
Se forma una primera comisión provisoria, presidida por Adolfo Álvarez, por no aceptar el señor Felipe Bustamante, el elido.
Posteriormente se amplía el servicio a la zona rural, que cuenta con 35 abonados en la actualidad.
El Dr. Lozano, llegado en 1932, se refiere al Destacamento Policial como un edificio (“especie de tapera”) con un cabo y un agente a cargo, que vivían allí.
En 1958 un grupo de vecinos, entre los que estaban Américo Perriello, Eduardo Garibotti, el doctor Lozano, Chichita Garibotti, Enrique Chanquet, Arvelio Chela y Rodolfo Erbetti, concretaron un primer intento, realizando los trámites de creación.
Se buscó un lugar para su funcionamiento, decidiéndose que sería la vieja Estación del clausurado Ferrocarril.
Hay una persona que, si bien trabajó por varias instituciones, dedicó su amor más genuino al Jardín: la señora Mariana Catalina Errecarret.
Dicha obra se suspende hasta el año 1986 en que, siendo director general de Escuelas José Gabriel Dumont, se firma un convenio con Asociación Cooperadora para continuar con las obras hasta su finalización.