La Atunara

Es de población tradicionalmente pesquera y personalidad propia dentro del conjunto urbano linense.

No nació como un barrio, sus orígenes se pierden en la memoria de los más antiguos del lugar, posiblemente de origen fenicio o romano (la base arenosa y las construcciones en madera no han dejado pruebas arqueológicas que constaten este origen), las primeras constancias escritas del asentamiento datan de unos 640 años antes que naciera la propia ciudad (escaramuzas con moros y muerte de Alfonso XI).

Actualmente casi toda construcción nueva en el barrio cumple con las normativas vigentes, con respecto a planos, arquitectos, etc...aunque es muy destacable que desde sus orígenes la construcción de las viviendas en mayor o menor grado siempre correspondía al cabeza de familia, en chozas y chabolas con sus propias manos, y posteriormente en el diseño cuando las construcciones eran de mamposterías, en cualquier caso, esta "anarquía constructora" dio pie a un hecho insólito, que los propios habitantes de un barrio crearan y diseñaran sus propias calles incluso antes de que existiera la ciudad en sí.

La modernización de embarcaciones y de aparatos de comunicación por radio dio lugar a un contrabando que se hacían al estilo de "operaciones relámpago" donde la velocidad era primordial, esto dio pie a que los organizadores optaran solo por gente bien dotada para la carrera, jóvenes impetuosos y arrogantes en su mayoría y que estas actividades secretas empezaran a realizarse a cara descubierta y a plena luz del día, lo cual fue correspondido duramente por la Guardia Civil aportando numerosos agentes, con los cuales hubo varios enfrentamientos, todo esto no paso desapercibido por la prensa y la televisión que no dejaron en buen lugar al resto del barrio ni a la ciudad.

Otra secuela del contrabando de las últimas décadas en estas costas, fue que al declinar el negocio del tabaco se empezaron a usar las grandes lanchas planeadoras de Gibraltar para el narcotráfico, y que finalmente han sido progresivamente sustituidas por embarcaciones de goma de igual o mayor potencia, los dueños ya no son solo gibraltareños, y ha vuelto a ser -como en un principio fue el del tabaco- una actividad oculta y secreta, aunque hoy perceptible, aun perdura.