Fueron trazadas por la cultura nazca y están compuestas por varios cientos de figuras que abarcan desde diseños tan simples como líneas, hasta complejas figuras zoomorfas, fitomorfas y geométricas que aparecen trazadas sobre la superficie terrestre.
Un semicírculo de cerros en la lejanía conforman un gigantesco anfiteatro natural abierto hacia el poniente.
Contrariamente a la creencia popular, las líneas de Nazca no son apreciables solo desde el aire, sino que pueden ser fácilmente vistas desde las colinas circundantes.
De hecho fueron descubiertas por el arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesspe, que las divisó mientras hacía senderismo en la zona en 1927.
[cita requerida] La primera referencia a dichas figuras pertenece al conquistador Pedro Cieza de León en 1547.
Aunque pueden ser vistas parcialmente desde las colinas próximas, los primeros en distinguirlas fueron pilotos militares y civiles peruanos.
En 1932 los arqueólogos Julio César Tello y Toribio Mejía Xesspe realizaron la primera investigación científica sobre las líneas.
La solución de un enigma arqueológico (1983) plantea que las rectas funcionaban como telares y las figuras tenían un carácter protector.
Aunque la hipótesis no ha sido demostrada, la obra es una aproximación sensata al enigma de nazca.
Las características geológicas de la pampa propician que no sea necesario mucho más para obtener un resultado visible.
Los dibujos formaban un paisaje ritual cuyo fin debió ser propiciar la invocación del agua.
El más importante se caracteriza por motivos serpenteantes o en zigzag con una clara función ceremonial, trapecios y líneas que convergen hacia las pirámides de Cahuachi.
En la categoría de reptiles, un lagarto, que fue cortado al construirse la carretera Panamericana Sur, una iguana, una lagartija, y una serpiente.
Casi todos los dibujos fueron hechos en la superficie llana; solo hay unos pocos en las laderas de las colinas.
El escritor suizo Erich von Däniken las dio a conocer en 1968 en Recuerdos del Futuro (¿Carrozas de los Dioses?