En un segundo experimento dejó a las células dividirse 25 veces, y las congeló por un tiempo.
Al restablecer la temperatura, las células continuaban dividiéndose hasta el límite de unas 50 divisiones, y después morían.
A medida que las células se aproximaban a este límite de edad, presentaban cada vez más signos de envejecimiento celular.
[1] Este descubrimiento contradecía lo que se venía creyendo desde principios de siglo.
Cuando los telómeros son demasiado cortos, la célula muere: ha llegado al límite de Hayflick.