Los repetidos castigos no conseguían domeñar la independencia de un alumno mediano, pero inteligente y original.
[10] En realidad, y desde entonces, Gerstein mantuvo durante largo tiempo la ideología propia de un nacionalista alemán.
[11] Aunque su familia no era particularmente devota, Gerstein fue fuertemente influido en su infancia por una niñera católica[12] y recibió una sólida formación religiosa en la escuela.
[17] El momento histórico en que Gerstein asume una militancia religiosa pública no era el mejor para las Iglesias protestantes alemanas: contaminadas por la cultura social de sumisión a la autoridad, chovinismo y antisemitismo y divididas en veintiocho confesiones, luterana, calvinista o evangélica, no estaban preparadas, pese a sus cuarenta millones de fieles, para resistir los intentos totalitarios de control por parte del régimen nazi.
La gran mayoría siguió la ideología en el poder, encuadrándose como los así llamados “cristianos alemanes”, fervientes defensores, en especial, de las teorías racistas.
[25] Sea como fuere, no conforme con la simple afiliación al Partido, pocos meses después Gerstein ingresó en las Sturmabteilung (SA), las tropas paramilitares del nazismo.
Al primero le reprochaba la “aniquilación del protestantismo alemán” y le advertía de que no era consciente de lo que tal cosa “significa para el pueblo y el Estado alemanes”.
[33] Al menos 380 de estas cartas subversivas habían sido ya enviadas anónimamente por Gerstein a sus destinatarios.
Empujado por su familia,[38] el interesado escribió el 28 de noviembre de 1936 una plañidera carta de arrepentimiento al Tribunal regional del NSDAP, en la que aseguraba su lealtad al nazismo, alegaba como mérito que su trabajo pastoral con la juventud había contrarrestado el esfuerzo proselitista judeo-bolchevique y concluía suplicando: “No pretendo escapar a mi pena, pues reconozco plenamente haberla merecido.
Pido, sin embargo, que se me ahorre la sanción más severa, la de la exclusión».
[52] Según todas las fuentes, este hecho determinó, o al menos reforzó, su decisión de adentrarse en las entrañas del monstruo nazi.
Tal hecho fue considerado como una locura o una traición por no pocos de sus amigos protestantes, que rompieron sus relaciones con él.
Von Otter recordaría posteriormente así su encuentro: “[Gerstein] tenía gotas de sudor en la frente y lágrimas en los ojos.
Y tenía la voz ronca cuando exclamó de pronto: ‘he visto algo horrible ayer; ¿puedo visitarle en la Legación?’”.
Von Otter describiría luego la actitud del oficial alemán que tan bruscamente le había abordado: Von Otter redactó para sus superiores el informe que Gerstein le había pedido; pero el Ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia no le concedió credibilidad, lo mantuvo archivado y solo lo publicó después de concluir la Guerra.
[74] Sin embargo, la reticencia de los holandeses no fue tan absoluta como interpretaron Gerstein y el propio Ubbink.
El propio Gerstein adjuntó a su informe facturas por entregas de Zyklon B que sumaban 2175 kg.
[95] Las cantidades suministradas por Testa multiplicaban esas cifras, pero ello no quita para que Gerstein gestionase personalmente el envío de toneladas del gas letal.
En un principio, el insólito prisionero recibió un trato comprensivo, siendo trasladado a Rottweil, en situación de arresto bajo palabra; lo que implicaba permanecer alojado en el hotel Mohren sin otra limitación que la de presentarse ante la gendarmería francesa una vez al día.
Te quedarás atónita cuando sepas todo lo que he hecho..."[99] Las cosas no se desarrollaron, empero, como Gerstein esperaba.
En una carta inconclusa, solicitó a su amigo Ubbink, de la resistencia holandesa, que testificara en su favor.
Años más tarde, el coronel Mantout, jefe del ORCG que había asistido a los interrogatorios, describiría a Gerstein como "un místico traumatizado y desesperado por no haber sido tomado en serio ni por los alemanes ni por los aliados.
[111] Al anunciar la rehabilitación, Kiesinger declaró que "Gerstein luchó contra el nacional-socialismo en la medida de sus fuerzas y sufrió las consecuencias".
El propio Gerstein realizó tres versiones de este mismo informe, con pequeñas variantes.
[116] Aunque las tres versiones del informe contienen variaciones menores que no afectan a la coherencia del documento en conjunto,[117] la estructura es idéntica en todas ellas y la mayoría de los pasajes se repiten casi literalmente de una a otra.
Cuando la profesora italiana Valentina Pisanty editó su tesis doctoral, dirigida por Umberto Eco, L'irritante questione delle camere a gas.
Lógica del negazionismo (Bompiani, Milán, 1998), Mattogno publicó de inmediato una encendida réplica: L' 'irritante questione' delle camere a gas ovvero da Capucetto Rosso..ad Auschwitz.
La sangrienta ironía de vincular en el título Caperucita Roja y Auschwitz, sugiriendo que ambos son "cuentos", se explica porque la profesora Pisanty no es especialista en Historia, sino en Semiótica y su especialidad son precisamente los cuentos populares.
Sin embargo, la crítica principal que efectúa Mattogno al "informe Gerstein" es de carácter textual.
[136] Especial énfasis pone Mattogno en desacreditar los testimonios prestados por el Profesor Pfannenstiel, que acompañó a Gerstein en su viaje a Belzec y que en numerosas declaraciones judiciales -las primeras como acusado y las ulteriores como testigo- confirmó el gaseamiento narrado por éste, aunque discrepando en la mayor parte de los detalles y negando haber realizado el comentario despectivo que Gerstein le atribuye en su relato (ver supra).