Kōan

Los kōan se originan en dichos y hechos atribuidos a figuras legendarias del zen.

Los llamados gōng'àn (caso público) se desarrollaron en China durante la dinastía Tang (618–907)[6] a partir de registros donde se hacía referencia a "encuentros de célebres figuras pasadas del Chán con discípulos u otros interlocutores".

Del siglo XIII es La entrada sin puerta (o La barrera sin puerta) (無門關, en chino: Wúménguān, en japonés: Mumonkan),[3]​ del maestro chan Wumen Huikai (無門 慧 開; en japonés Mumon Ekai; 1183–1260).

De hecho, mientras el alumno tenga su pensamiento entretenido y prisionero del discurso racional, no podrá encontrar la solución.

En el ejemplo de Hakuin Ekaku "Dos manos aplauden y hay un sonido.

(隻手声), Victor Hori comenta: La escuela Rinzai distingue cinco categorías de kōan cada vez más difíciles, cuya pretensión es extinguir las fuerzas de la voluntad egoísta: Todas las tradiciones místicas poseen formulaciones parecidas basadas en la paradoja, el oxímoron o la antítesis.

En el caso del primero, su Subida al monte Carmelo es de hecho una densa retahíla de sentencias místicas: Agustín de Hipona formuló una famosa sentencia mística, que (según él) le fue revelado en un sueño por el mismo Cristo: "No me buscarías si no me hubieses encontrado".