El objetivo fue construir viviendas, lo que se llevó cabo con la erección del Karl-Marx-Hof, que fue financiado por un impuesto especial denominado Breitner-Steuern (en referencia al consejero de la República de ese tiempo).
La transformación urbana del siglo XIX promovida por la burguesía se centró en la creación del nuevo foco urbano y monumental extendido sobre el espacio de la muralla medieval que contendría grandes instituciones del estado y actuaría como bisagra entre el centro histórico y los nuevos barrios de la ciudad creciente.
El Karl-Marx-Hof fue construido entre 1927 y 1930 por el urbanista Karl Ehn, un seguidor de Otto Wagner.
En esos dos grandes patíos se disponen áreas de juego de niños y jardines, así como los principales equipamientos: dos lavanderías, dos piscinas cubiertas, dos guarderías, consultorio, biblioteca, centro social, emergencia médica, farmacia, oficina postal y 25 comercios.
Durante el Anschluss, Karl-Marx-Hof fue rebautizado como Heiligenstädter Hof,[4] pero en 1945 -tras la Segunda Guerra Mundial- volvió a tomar su nombre original.
La vivienda y el espacio público son el monumento del proletariado, los elementos que deben generar la estructura de la nueva ciudad que albergue la vida en comunidad de un pueblo en paz y armoniosa convivencia.