Karl Leonhard Reinhold

Al disolverse este, en 1774 siguió el cambio a la orden de los barnabitas.

Aquí tuvo lugar su conversión al protestantismo, con el estímulo y supervisión de Johann Gottfried Herder.

En los años 1790, Reinhold se aproximó eclécticamente a Johann Gottlieb Fichte y por otra parte a Friedrich Heinrich Jacobi; desde 1800 se volvió hacia el teólogo, filósofo y profesor de instituto de Stuttgart Christoph Gottfried Bardili, un primo de Schelling; y más tarde, aún hacia Johann Friedrich Herbart.

En su filosofía tardía, se pasó —especialmente en los escritos Rüge einer merkürdigen Sprachverwirrung unter den Weltweisen (1809) y Grundlegung einer Synonymik für den allgemeinen Sprachgebrauch in den philosophischen Wissenschaften (1812)— a una filosofía basada en la crítica lingüística, por lo que puede pasar por ser un precursor del linguistic turn («giro lingüístico») de la filosofía.

Desde 1820 hasta su muerte fue presidente (Meister vom Stuhl) de la logia Luise zur gekrönten Freundschaft, en Kiel.

Habiendo sido con anterioridad un sacerdote católico, Reinhold mantenía los valores de la moralidad cristiana y la dignidad individual.

Sin embargo, no estaba de acuerdo con Friedrich Heinrich Jacobi, que pensaba que la única manera de evitar el nihilismo y el ateísmo era creer en la moral religiosa revelada por Dios.

Reinhold decidió escribir sus comentarios sobre el libro en la revista literaria Der Teutsche Merkur.

Reinhold mostró que el libro se leía mejor del revés, esto es, comenzando por la sección final.

Presentándolos al público, en lugar de la epistemología extremadamente dificultosa que ocupaba el grueso del libro, Reinhold despertó un gran interés.

Según el editor de la versión inglesa, Karl Ameriks, «...Fichte, Hegel, Schelling, Schiller, Hölderlin, Novalis y Friedrich Schlegel desarrollaron su pensamiento como reacción a la lectura que hizo Reinhold de Kant».

Hay una tendencia fáustica en la aserción reinholdiana de que una persona sólo puede esperar un premio futuro si se esfuerza constantemente por ser buena.

En lo que respecta a un Dios trascendente, la ley moral interna humana se exterioriza como una deidad tal.