A pesar de mostrar inquietudes por las ciencias naturales desde muy pequeño, los padres creyeron conveniente que estudiara comercio, para que se pudiera ganar bien la vida y ellos pudieran dedicar -se atender los otros hermanos.
Es por ello que fue enviado a la Bockenheimer Realschule, un instituto de formación profesional superior de buen nivel, donde al terminar la secundaria había obtenido un buen conocimiento en ciencias e idiomas.
El 11 de octubre emprendería un viaje que le cambiaría la vida para siempre.
A pesar de que la neutralidad española favoreció una dinámica productiva destacada y una exportación constante de todo tipo de productos en los países en guerra, en el caso Faust y Kammann fue un drama, ya que ellos hacían el negocio a la inversa y el conflicto paralizó las industrias no destinadas exclusivamente a material bélico y, por tanto, el stock de productos fue muy escaso en los siguientes cuatro años.
Además, las comunicaciones salieron obviamente maltrechas y la circulación de mercancías quedó muy limitada.
De modo que pidió a su socio poder hacer una valoración económica de Faust y Kammann y le preguntó si estaba dispuesto a continuar el negocio él solo, lo que aceptó.
Así, en 1918 había comprado unos primeros terrenos de monte bajo que, inclinados sobre el mar, y en medio del convento de San Francisco y la cala Sa Forcanera, le habían llamado mucho la atención.
Narberhaus dio coherencia y consistencia al proyecto de jardín que tanto deseaba Faust.
Así, estableció una buena amistad y colaboración con Pius Font i Quer, pionero en el estudio sistemático de la botánica en Cataluña, con una clara voluntad modernizadora; y, a través de él, también con otros estudiosos como José Cuatrecasas, Miquel Aldrufeu o Carlos Paz.
[11] Con una voluntad de mecenazgo y apoyo a la ciencia, lo cierto es que Faust dio apoyo a jóvenes investigadores que, con los años, se convirtieron en auténticas autoridades en los respectivos campos de estudio.
En 1951, finalmente, Faust conseguía crear una nueva fundación, esta vez amparado en la legalidad española del momento, para que fuera heredera de su proyecto e idealismo.
Con altos y bajos, la Fundación Privada Carl Faust es la institución que ha dado continuidad a Marimurtra hasta el presente, ampliando el jardín, condicionándolo para las visitas de carácter divulgativo, ofreciendo apoyo a investigadores o bien fomentando la colaboración con otras instituciones científicas.
Carl Faust es un ejemplo de la figura del mecenas científico que hemos visto reconocida tan pocas veces en Catalunya.