«“Soy el ministro más viejo que se haya nombrado, ya que en 1995 tenía 77 años, ¡y ese récord nadie me lo quita!”», comentó el doctor en Derecho en una entrevista para Compromiso, el órgano informativo del Poder Judicial de la Federación, en 2003, año en que se jubiló del máximo tribunal de México.
“Para que Juventino se convirtiera en ministro, tuvieron que reformar la Constitución, jubilar a 21 ministros y provocar un cisma en el Senado”, bromeó alguna vez Mariano Azuela, uno de sus colegas en la SCJN.
En una ocasión, cuando le preguntaron si el logro más importante de su vida fue haber sido ministro durante ocho años (1995-2003), mencionó que “era más satisfactorio ser abuelo”.
El jurista alternó su labor como funcionario público con la docencia y la investigación.
Aunque el dictamen no tuvo consecuencias jurídicas, Juventino Castro y Castro se empeñó en hacer pública la opinión de la Corte, para dejar un testimonio a la ciudadanía, según se relata en el libro Semblanzas.
Porto por última vez, en público, la toga de ministro que con tanto orgullo he llevado por muchos años.
Precisamente por ello, y porque estoy consciente de ello, quiero que mis palabras finales en este recinto, en este acto y en esta tribuna sean las siguientes: Nada he hecho, nada hubiera podido hacer, sin el apoyo e inspiración de una gran dama, mi compañera de toda una vida, doña María Cristina Sariñana, por su propia voluntad de Castro”, expresó el abogado.
La Universidad Tepantlato otorga anualmente esta presea a servidores públicos destacados de México.
Es autor, asimismo, de artículos, estudios colectivos, prólogos y conferencias.