Sin embargo, para cultivar de mejor manera la tierra, se estableció la propiedad privada.
Esto según su noción de la "reciprocidad" de los derechos, es decir que aceptar un derecho para uno mismo se convierte en el deber de garantizarlo a los otros, y el otro a uno (así mismo irse contra ese deber corresponde perder tal derecho).
Paine, partiendo de John Locke y continuando su obra Dos tratados sobre el gobierno civil, asegura que la propiedad es fruto del trabajo, y que la tierra se convierte en un bien escaso y la apropiación de la misma es una propiedad que proviene de una "apropiación privada" legítima en cuanto ha sido un bien natural "transformado"; así también esta "apropiación" indica que en estado natural o no transformado el suelo no tenía propietarios y que fue común a toda la raza humana.
Así sostiene a la vez que la propiedad es un derecho inalienable y que la pobreza no es un estado natural de la humanidad sino todo lo contrario, que proviene de un desequilibrio del orden natural en la edad moderna causado por monopolios sobre la tierra, más cuando los avances tecnológicos (producidos en buena parte por la introducción de la propiedad privada) permiten incrementar la riqueza exponencialmente.
[1] La opinión de Paine sobre los impuestos en general era negativa[2] ya que lo consideraba criminalizar la prosperidad del pueblo (a pesar que personalmente el mismo no era muy apegado a la riqueza por su educación familiar) e incrementar el poder regulador del Estado.