Juliana Leybourne

Se casó tres veces y llegó a ser condesa de Huntingdon.

Recibió sepultura en una capilla que había mandado construir junto a la abadía de San Agustín, situada en Canterbury, donde se rezaría por ella todos los días después de su muerte.

[1]​ Era tan rica que se referían a ella como la «infanta de Kent».

Conservó el interés vitalicio, y se le reservó varias propiedades para que las entregara a las iglesias.

Vivió la mayor parte del tiempo en Maxstoke, pero prefería la residencia que tenía en Preston-next-Wingham, ubicada en Kent.

Le había dado la espalda a su nieto heredero, John Hastings, II conde de Pembroke, y había dispuesto que se traspasaran sus posesiones a Eduardo III.

Ilustración del Apocalypse de Henry de Cobham, que le fue legado a Juliana en 1339