Fue el primero en introducir el saxofón en la catedral, ejecutando en 1899 la Marcha fúnebre de Tomás Bretón.
[4] Durante su estancia en Orense, en 1902 y 1903, publicó algunos anuncios en La Lectura dominical vendiendo composiciones religiosas propias.
Fundó el Coro Eucarístico de Cuenca para embellecer los llamados «Jueves Eucarísticos» y dirigió los coros de las «Marías del Sagrario».
[1] Como escritor, colaboró con algunos periódicos conquenses, como El Centro, El Defensor de Cuenca y El Sagrario, además del zaragozano El Granito de Arena con el seudónimo Javierín.
Tanto Miguel Martínez como Rubio Piqueras consideran que la etapa final del compositor fue de un a riqueza y una vida que lo colocan entre los mejores compositores religiosos de principios del siglo XX.