Es conocido por describir y nombrar el síndrome de Cotard o delirio nihilista, que consiste en la creencia de que la persona está muerta, no existe o carece de órganos internos.
Allí se interesó por los accidentes cerebrovasculares y sus consecuencias, practicando autopsias para entender el efecto del cerebro.
Se mudó a Vanves en 1874, donde quedó por los últimos 15 años de su vida.
Allí, hizo contribuciones importantes a la comprensión de la diabetes y delusiones (ideas deliriantes).
Él se negó a irse de su lado por 15 días.