Juego de palma

Sus practicantes se untaban la mano con aceite y luego con harina para evitar que la pelota resbalara.La capital del juego es incontestablemente París, debido al bote excepcional de las bolas confeccionadas por los artesanos parisinos especializados, les paumiers.Debido a la fuerte demanda de los jugadores parisinos, los artesanos se tienen que esforzar al máximo para dar abasto, a esto se le une la estricta prohibición de exportar bolas, ya sean nuevas o usadas.Será preciso esperar hasta el siglo XV, con el descubrimiento del caucho, para poner a punto una pelota con un mejor bote.Pero aun así muchos jugadores no hicieron caso de la prohibición, y los partidos se siguieron jugando todos los días.Años después, las apuestas en el juego se convirtieron también en una manera de ganarse la vida para muchos.También en otras provincias el juego alcanzaba popularidad, en Orleans, por ejemplo, se contaban 40 salas.De esta manera se introdujo el juego en Inglaterra, ya que el duque lo jugaba casi cotidianamente.Cuando el juego cayó en desuso en Francia en el siglo XVIII, encontró refugio en Inglaterra y en Estados Unidos.Estas dos naciones figuran hoy, junto con Australia, entre las potencias practicantes de este deporte, mientras que Francia intenta un tímido retorno.
Juego de palma en el siglo XVII .