Se quedó junto a él el resto de la guerra, acompañándolo en el tren de equipajes, durmiendo al aire libre en el campo de batalla, paseando junto a las tropas y compartiendo todas las privaciones de la campaña.
Su belleza, coraje, buen juicio y carácter amable la hicieron querida por los oficiales, incluyendo el Duque de Wellington, quien habló de su familiaridad con "Juanita".
Con la excepción del periodo de la guerra anglo-estaodunidense de 1812, acompañó a su marido a todos sus destinos, siendo los más notables los dos en Sudáfrica, donde Sir Harry, que había sido nombrado caballero mientras tanto, sirvió como Gobernador de la Colonia del Cabo y Alto Comisionado.
La pareja siempre se desesperaba por el dinero y él luchó por obtener una pensión para ella durante sus últimos años.
Falleció en su domicilio londinense de 79 Cadogan Place y su cuerpo descansa junto al de su insigne marido, al que sobrevivió doce años.