Le mataron el caballo y lo derribaron a tierra.
[1] Urbieta obtuvo fama y honores a raíz de aquel suceso.
El emperador Carlos I concedió a Urbieta un escudo de armas y un diploma acreditando sus méritos.
Por otro lado, el propio Francisco I escribió una carta a Urbieta agradeciéndole su comportamiento durante la captura y el haberle permitido salvar la vida.
[2] Su escudo representa un campo verde junto a un río, un medio caballo blanco en cuyo pecho hay una flor de lis con corona, y la rienda caída al suelo, más un brazo armado con su estoque alzado.