Juan Wessel Gansfort

En su época, el siglo XV, pocas personas tenían la dicha de poder asistir a la escuela.

Wessel tenía una insaciable sed de conocimiento, pero no existían muchas bibliotecas.

La consideraba inspirada por Dios y creía que todos sus libros armonizaban totalmente unos con otros.

Unos de sus pasaje favoritos era Mateo 7:7, que dice: “Sigan buscando, y hallarán”.

En 1473, Wessel visitó Roma y obtuvo audiencia ante el papa Sixto IV, el primero de seis pontífices máximos cuya escandalosa conducta inmoral llevó finalmente a la Reforma protestante.

Otro historiador escribe que sus intenciones tal vez eran convertir el papado en un negocio familiar[cita requerida].

Un día, Sixto le dijo: “Hijo, pide lo que quieras, y te lo daremos”.

Las indulgencias se convirtieron en un rotundo éxito: “Viudos y viudas, padres acongojados lo gastaban todo tratando de sacar del purgatorio a sus seres queridos”, señala la obra Vicarios de Cristo.

Tampoco creía que confesarse ante un sacerdocio fuera necesario para obtener el perdón de los pecados.

Tras su muerte, sin embargo, unos monjes fanáticos intentaron destruir sus escritos porque no los consideraban puros.

El escritor C. Augustijn señala: “Lutero compara su propia época y situación con la de Elías.

Pero, al leer las obras de Wessel, comprendió que el Señor había salvado a ‘un resto en Israel’ ”.

El mismo escritor añade: “Lutero llega al punto de afirmar: ‘Si yo hubiese leído sus obras antes, mis enemigos dirían que lo había asimilado todo de Wessel, por ser su espíritu tan acorde al mío’ ”.

“Arguyó que la Biblia, siendo inspirada por el Espíritu Santo, es la autoridad final en asuntos de fe”, según el libro Historia del cristianismo, teniendo en cuenta la cita bíblica de 2 Timoteo 3:16.