Durante el ataque, los insurgentes encontraron un cañón pequeño cuyo transporte de madera, o cureña había sido quemado.
Un hombre fuerte llamado Juan Valdivia, quien viendo la situación se decide ofrecer a sí mismo como soporte,[6][7][8][9][10] algo tremendamente disparatado.
Sin embargo, debido al ardor de batalla su proposición fue aceptada.
La posición de apunte fue colocada y el hierro pesado disparado.
Valdivia sintió la ruptura de su cuerpo pero no había ningún tiempo para recuperarse y una segunda detonación fue hecha, bastante para destrozar los muros de los enemigos y asegurar la victoria.